Luego se sentó la encargada de
la administración, nosotros le decíamos la administrativa, la chica que me
había llevado en el auto, que trabajaba en pueblo casa social o una cosa así,
no sé cómo se llama, a mi derecha proyectos y otra persona que no recuerdo su
nombre. Cuando nos vieron llegar los dueños se les pusieron los ojos grandes,
grandes porque ya sabían el tipo de evento al que iban a enfrentarse que era de
mucho dinero y también los meseros calculando que ya se iban a salir de
madrugada. Yo en ese momento ni idea tenía de los cálculos que se hacían a mi
alrededor, no acostumbraba ir o si iba siempre me salía a la mitad porque le
pedía a uno de mis ayudantes que me hablara de urgencia porque se estaba
quemando el horno o algo así pues no llegaba al final, siempre me salía a media
comida. Entonces me senté como esperando a que alguien nos acomodara, pero no,
así quedamos.
Nos pusieron chicharrón, cosas
para ir picando porque había que hacer comida para todos. Yo pues no tenía mucha hambre, íbamos
llegando apenas al medio día. Se me acerca un mesero y me dice: No tiene mucha
hambre ¿Verdad? No, es que comí fuerte en la mañana, desayuné unos tamales de
mole que hacen riquísimos y ahorita pues no me da hambre todavía, yo creo que
en unas dos o tres horas. Se fue y regresó con una charola así grandota y en
medio una copa diminuta, no sé qué era, me dijo: Tómesela. Le contesto: Es que
yo casi no tomo. No, es un aperitivo, es
para abrir hambre. ¡Huy! le digo, de hambre conozco mucho. Y me contestó va a ver que es bueno. Me lo
tomé y dije que puede pasar lo tonto no se pega y pues si agarraba un pedacito
de chicharrón lo mojaba en guacamole, le daba un mordisco. Pero a los quince minutos
me dio un hambre como si trajera un león en la panza que me estuviera arañando
y dije ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? y agarre un trozo de carne del centro que habían
puesto para picar y empecé a pedir oiga tráigame un huachinango, una carne, una
salsita así, bien cocinado, pero una cosa le pido. A ver dígame. Tráigamelo ya ahorita
porque tengo mucha hambre. Si, como no. Les quitaba la comida a los compañeros
y volteaban a verme como diciendo: ¿A este buey que le pasa?, los palitos con
ajonjolí los devoraba, parecía una aspiradora humana ni el pacman me ganaba,
fue así que pude esperar a que me trajeran el pescado.
Todo el mundo comía y de paso
me criticaban que llevara mis cosas listas, decían: Aquel, señalándome, se
quiere brincar a todos, me decían, y yo aguantado porque eran mujeres, la
carilla era de mujeres ¿No? Me decían:
Calma contador aquí hay orden.
Ya ves que hay barberos por
todos lados ¿No? Me decían: El jefe dice cuál es el orden no tú. ¿Tú eres el
jefe? No, no soy. Entonces aguántate cabrón, me decía la compañera que acababa
de desairar en el trayecto, cobrándosela.
Postúlate para jefe. No. No. Yo no puedo hacer eso soy invitado aquí en
la Universidad. No, postúlate, si se puede, pero mientras pues si respeta el
orden ¿No? O piensas que es más importante tu información ¿Que la que estamos
viendo?
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