Si contador, no se preocupe,
voy a ver que eso se pueda hacer.
Le agradecí mucho su tiempo y
en ese momento se retiró y a mí me
sacaron de las instalaciones, que mala onda no me dieron tiempo de ahí de
buscar una modelo, una vedette algo.
Por acá contador, me dijo una
voz atrás de mí que me tomaba por el hombro.
Si como no.
Ahí me entregaron la tarjeta
en la mano, la que se me había caído, como diciendo llévese su basurita de
aquí. De esas cosas que te dan escalofríos ¿No? Ese guardia me entregó con otro que me sacó de esa área y con otro
hasta que me sacaron de las instalaciones, como para que ya no perdiera mi
tiempo allí.
Había dejado el coche arriba
de una banqueta en una calle pequeña, y me di prisa a recogerlo porque acá se
llevan los coches las grúas con una facilidad que espanta. Después de esto me
fui a tomar un café, de los leones que me interesaba cazar ya había cazado a
todos. Ahora había que esperar el resultado.
Al poco tiempo platicaba con
los amigos en una reunión les comentaba que lo había invitado. Sí, yo también,
me dijo otro.
Hablé con él, reafirmaba.
Yo también hablo con él cuando
está en la televisión.
No, en persona.
¿En persona?
Si en persona lo hice.
No mames cabrón.
Si.
No me digas
Si, así fue.
Conté varias veces la anécdota
con mi familia mis amigos mis hermanas, mi encuentro cara a cara con Jacobo Zabludovsky.
El Dueño Del Dique
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