¡Mm! Julio, fue la única
expresión que le quedó al Comandante. Por allí alguien de los mosqueables, de
los ingenieros navales; se asomaba por la ventana para ver al Comandante y así
como que se las olía de que estaba haciendo una consulta y algo comentó con el
grupo de ingenieros que estaban reunidos allí y poco a poco como que se van apareciendo uno en la ventana
otro en el corredor. Y seguía la plática.
Necesitamos bajar esta carga
es un aparato importante Julio, decía el Comandante.
Si hacen las modificaciones
no va a pasar nada, lo pueden bajar, y
en la noche todos vamos a estar celebrando y nos vamos a tomar una cerveza.
Parece fácil.
Solo hagan las modificaciones, lo pueden hacer están a
tiempo y le dio los miralejos, los prismáticos, le dijo: Así como esta se va a
caer. Y un ayudante de los ingenieros navales alcanzo a escuchar y hablo a sus
compañeros que estaban en la mesa: Alguien por allí – como Julio no era
matriculado en ingeniería naval- dijo burlonamente allí hay un paisano
asesorando al Comandante y diciendo que se va a caer la máquina cuando la
descarguemos. Como y siempre hay uno el
mas hablador el que manotea, que patalea y dio un manotazo en la mesa: ¡Como es
posible, esta falta de respeto a nuestros grados! Pues sí, allí está un paisano
diciendo que esto se va a caer. Es inadmisible, no puede ser esto y todas las
cosas que se dicen ¿No? Voy a hablar con el Comandante y ya muchos marinos que
no estaban en la reunión, se mosqueaban allí de que había problemas porque mucha
gente entraba y salía ¿No? Y llevaban
reportes del clima, nuevos cálculos, en aquel tiempo se usaba el ábaco todavía
no había computadoras, se usaba la regla de cálculo. A mí me tocó usar la regla
de cálculo, que babosada. Y se daba la vuelta y se multiplicaba por tres y le
dabas la vuelta para acá y para allá y esa era la famosa regla de cálculo.
Bueno julio voy a confiar en
ti cabrón, dijo el Comandante, pero se me van a venir encima esta bola.