Muy bien, yo solicito nada mas
que se vuelvan a hacer los cálculos para que no tengamos una sorpresa, estamos
en mi puerto y esta es mi Base Naval, no puede haber un error, bueno, despejamos
–dijo terminando la reunión- y ¿Díganme a qué hora podemos volvernos a ver?
A las 1400 (dos de la tarde).
¿No quieren tomarse hasta
mañana?
No, por la noche debemos
estar en la ciudad de México. Se levantaron todos medio rubicundos, todos
medios encabronados, salieron y afuera estaba julio oteando el barco, el
horizonte, las olas del mar y todos como queriéndoselo tragar crudo pero él ni
caso les hacía estaba volteando para otro lado. De manera extraña una hora
después el Comandante recibió un llamado de México, de la Secretaría de Marina
un llamado de esos de no buenos días, buenas tardes, no, de malas pulgas
diciendo que se estaba atrasando el trabajo por una persona que no sabía hacer
cálculos, o sea que aquella bolita de conspiradores ya había hablado a la Ciudad
de México y se habían quejado amargamente de que su trabajo era menospreciado
por una persona que no conocía de ingeniería naval estaba atrasando su trabajo
y que el Comandante tomaba mas consejo de este civil asesor de comunicaciones navales
que de ellos que eran ingenieros navales y que eso los ponía en entredicho y
que no correspondía y le ordenaban que se hiciera la maniobra a las tres de la
tarde.
El Comandante aceptó la
sugerencia pero se cubrió la espalda: Bueno,
mira yo te pido que me mandes esto por medio de un documento, yo solo quisiera
que no vaya a haber un error de cálculo, de posición, de lo que tú me digas
porque acá esta complicado. ¡Es mi responsabilidad! le gritó la voz del teléfono.
Muy bien le contestó el Comandante ya sabes mi clave militar mándame el
documento.
Y una cosa más te pido, que
la reunión que está pactada para las dos de la tarde se respete y ya después
procedemos, solo por un acto de autoridad que se violentó cuando te llamaron a
ti, le reclamó de bajo impacto.