martes, 21 de marzo de 2017

EL ATOLE



Por las mañanas en las calles de muchas ciudades de México, se puede consumir atole, una bebida de origen azteca, en náhuatl significa aguadito o viscoso, por su consistencia; pero cuando se toma se le llama: Delicia.
Es una bebida caliente que hace que el cuerpo se desperece, ahuyenta el frío y nos da energía para empezar las actividades.
Se prepara atole de muchos sabores contiene maíz molido como base y jugo de frutas, cocoa, nuez, cajeta, pinole, tamarindo, guayaba, vainilla, naranja y prácticamente se prepara con todo lo imaginable y que de buen sabor, tiene una consistencia viscosa agradable al paladar.
Este desayuno de los dioses fue degustado por príncipes, reyes, tlatoanis y caballeros aztecas,  macehuales, tamemes, pochtecas y seguramente hasta nahuales.
Actualmente se prepara en ollas de acero inoxidable, pero en otras épocas se hacía en ollas de barro, se utilizaba una cuchara grande de madera con la que se batían todos los ingredientes, se ponía sobre un anafre y a base de carbón se calentaba hasta hervir y había que turnarse en la cocina para mover permanentemente y no se quemara, dicen los expertos degustadores de atole que tenía un mejor sabor.
Se sirve con pan de sal o pan común, con una torta  o con  pan de dulce o bizcochos, que hacen una buena combinación, pero para acompañarlo no hay como los tamales, son hermanos gemelos.
Es una bebida del pueblo, no hace distinciones de clases sociales, alimenta al rico y al pobre, al sano y al enfermo, al estudiante y al trabajador, a filósofos y políticos, está en la mesa y  las  cocinas más diversas. Por su aroma y sabor  el atole es  el preferido de todos.
Es un desayuno completo para las personas  que requieren mucha energía para desarrollar sus actividades, también se les da a los bebés y enfermos porque es buen alimento, los ayuda a mantener o subir el peso.
Alimento que puede mitigar el hambre del mundo amén de ser muy sabroso y energizante, cuando la temperatura desciende  ayuda a calentar hasta los huesos.
En las mañanas frías se ve subir el vapor del atole recién servido como pequeños fantasmas que las personas llevan en las manos, tomándolo a pequeños sorbos porque es caliente, se abren los ojos, se despierta el cerebro, y el sol resplandece luminoso.

El dueño del dique

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