Dame 50 libros, le contesté de
mala manera, es una instrucción del Director del Patronato.
Déjame le pregunto, Me
contestó el impresor.
Si quieres salimos al patio y
nos damos de trompadas, si cada cosa que te diga la vas a poner en duda.
Allí fue cuando se sinceró el
jefe de la imprenta. No, si te los doy, pero cuando los tenga impresos, aún no
están terminados. No es la forma de
tratarme, somos amigos.
Está bien, dame lo que tengas,
fotografías, pruebas, resúmenes, algo, le dije al salir.
Canijo yucateco filósofo,
quiere que presente un libro que no está impreso, solo humo.
Llamé a mi hermana que es
periodista, le dije oye estoy fastidiadísimo porque tengo que hacer una
presentación de un libro ahorita, o sea dentro de
45 días y no tengo equipo no tengo nada, pero si no cito a los medios ya
ahorita no voy a poder hacerlo. Necesito hablar con la gente de cultura de los
medios.
¡Uff! esta complicado, Puedes
tomar los teléfonos de la sección amarilla, allí vienen todos.
Oye te llamo para que me
ayudes.
Bueno, a ver, te paso estos
teléfonos, este es de tal periódico, este de tal canal de televisión y allí me
estuvo dictando números. Me instruyó para que hiciera una pequeña presentación,
que llevara los libros de obsequio para que ellos lo lean y cosas así, y al
final me dijo: Pero cuando llames no digas que eres mi hermano.
Hasta ella me desconocía,
seguro pensaba que era el inicio del fracaso.
Estaba complicada la situación, así que mande faxes, llame a un millón de teléfonos, aproveché para hacer las cosas lo mejor posible. Unos me dijeron: Pero mándame más información, una resumen, fotos, algo. ¿Y cómo hago el resumen si no conozco el libro? Entonces allí empecé con mi editor le dije a mi secre no deje que salga a ningún lado Animas, así se llamaba mi editor, que no salga de aquí, que me busque a donde esté y que no vaya a salir a ningún lado. Porque de repente el editor se daba sus extraviadas ¿Verdad? Era el Director de una secundaria allá en la Puri, o sea la Purificación, un pueblito de por allí cerca. Cuando platicábamos me decía: Es que metes cada faul. En alguna ocasión se quería escapar y le dije: Vente conmigo.
El Dueño Del Dique
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