Marcaba a la redacción,
inclusive mandó un propio para que fuera a preguntar. De repente todo se
iluminó: Pase por favor, póngase su gafete de identificación y todo el rollo, está
bien, está bien, está bien y allí me revisaron casi casi como cuando vas a
entrar a un penal, de arriba abajo, por suerte me limpie las uñas ese día. Adelante,
pase y voy avanzando, tú dices: Bueno me va a estar esperando con los brazos
abiertos el licenciado luego de tanta molestia, pero no, pasé a otro lugar y allí otra vez las
interrogaciones que ¿A dónde va? Si ya pasé, vengo a ver al licenciado ¿A que
lo viene ver? No pues a entregarle un libro, démelo y yo se lo doy. No, no, no, se lo tengo que entregar en mano, ya hablé
con su grupo y me está esperando. Está al aire. Por eso, en una de esas hasta
me pide que entre al aire para presentarlo. Es un libro de Chapingo, de Diego
Rivera y aquel que de Chapingo no sabía nada y de Diego Rivera quizás algún día había escuchado algo .Su
perfil era más bien de asesinos y cosas así, de policías, de matute, del libro
vaquero. Bueno, me volvió a revisar otra vez de arriba abajo, abra las manos,
los pies, ya así me sentía intimidado, pase aquí y de allí me pasó a otra sala
de estar. Llego un tipo muy bien arreglado, se veía que ese era de seguridad
pero este sí debería conocer algo ¿No?, por lo menos de la vida no porque los
demás no sabían ni de que se trataba,
me hizo el ademán de que levantara las manos y el otro lo miró y le hizo un
movimiento con la cabeza de que no, se le quedó viendo como diciendo este no
hace problemas. Y me agradó mucho porque revisarme tres veces al día si no eran
vitaminas. Se acerca conmigo me toma del hombro y me hace avanzar unos pasos
pero no me suelta, voltea a ver había una sala. Un pasillo y llego hacia
adentro estaban oficinas o algo, no se alcanzaba a ver eran oficinas cerradas,
la luz era no iluminaba mucho, de repente sale el licenciado Zabludovsky pero
no venía conmigo, se iba, se iba yendo.
Vamos, me dice y se me cae la
tarjeta de presentación de la mano, allí la dejé tirada, saqué otra. Licenciado,
le susurraron casi, no le iban a gritar, el licenciado Zabludovsky frena su
paso y voltea a verme. Le quieren hablar un minuto.
Si. Le contestó, y aquel que
se las sabía todas que había estado en medio oriente, con presidentes, senadores
diputados terremotos, de verte sabía tu curriculum, sabía de qué pie cojeabas, todo
de ti ¿No?
Licenciado Zabludovsky, lo
saludé, estreché su mano huesuda.
Dígame, me contestó muy
amable.
Le traigo una invitación de Chapingo, de la Universidad Autónoma Chapingo, que lo recuerdan con mucho cariño, yo seguía mintiendo, pero es que, si se me da, ya descubrí que, si, que tengo dotes, allí le agradecí mucho su tiempo. Esta invitación licenciado es para la presentación de un libro magno de la capilla de Diego Rivera que está allí, ahí fue donde capte su atención y como siempre estaba listo para salir corriendo para irse, imagínate que viene un loco a quitarte minutos de tu tiempo, ahí fue donde descansó.
El Dueño Del Dique
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