lunes, 26 de julio de 2021

CAPILLA DE CHAPINGO PINTADA POR DIEGO RIVERA, EL LIBRO. XXIII

 

 

Marcaba a la redacción, inclusive mandó un propio para que fuera a preguntar. De repente todo se iluminó: Pase por favor, póngase su gafete de identificación y todo el rollo, está bien, está bien, está bien y allí me revisaron casi casi como cuando vas a entrar a un penal, de arriba abajo, por suerte me limpie las uñas ese día. Adelante, pase y voy avanzando, tú dices: Bueno me va a estar esperando con los brazos abiertos el licenciado luego de tanta molestia, pero no,  pasé a otro lugar y allí otra vez las interrogaciones que ¿A dónde va? Si ya pasé, vengo a ver al licenciado ¿A que lo viene ver? No pues a entregarle un libro, démelo y yo se lo doy. No, no, no,  se lo tengo que entregar en mano, ya hablé con su grupo y me está esperando. Está al aire. Por eso, en una de esas hasta me pide que entre al aire para presentarlo. Es un libro de Chapingo, de Diego Rivera y aquel que de Chapingo no sabía nada y de Diego Rivera  quizás algún día había escuchado algo .Su perfil era más bien de asesinos y cosas así, de policías, de matute, del libro vaquero. Bueno, me volvió a revisar otra vez de arriba abajo, abra las manos, los pies, ya así me sentía intimidado, pase aquí y de allí me pasó a otra sala de estar. Llego un tipo muy bien arreglado, se veía que ese era de seguridad pero este sí debería conocer algo ¿No?, por lo menos de la vida no porque los demás   no sabían ni de que se trataba, me hizo el ademán de que levantara las manos y el otro lo miró y le hizo un movimiento con la cabeza de que no, se le quedó viendo como diciendo este no hace problemas. Y me agradó mucho porque revisarme tres veces al día si no eran vitaminas. Se acerca conmigo me toma del hombro y me hace avanzar unos pasos pero no me suelta, voltea a ver había una sala. Un pasillo y llego hacia adentro estaban oficinas o algo, no se alcanzaba a ver eran oficinas cerradas, la luz era no iluminaba mucho, de repente sale el licenciado Zabludovsky pero no venía conmigo, se iba,  se iba yendo.

Vamos, me dice y se me cae la tarjeta de presentación de la mano, allí la dejé tirada, saqué otra. Licenciado, le susurraron casi, no le iban a gritar, el licenciado Zabludovsky frena su paso y voltea a verme. Le quieren hablar un minuto.

Si. Le contestó, y aquel que se las sabía todas que había estado en medio oriente, con presidentes, senadores diputados terremotos, de verte sabía tu curriculum, sabía de qué pie cojeabas, todo de ti ¿No?

Licenciado Zabludovsky, lo saludé,   estreché su mano huesuda.

Dígame, me contestó muy amable.

Le traigo una invitación de Chapingo, de la Universidad Autónoma Chapingo, que lo recuerdan con mucho cariño, yo seguía mintiendo, pero es que, si se me da, ya descubrí que, si, que tengo dotes, allí le agradecí mucho su tiempo. Esta invitación licenciado es para la presentación de un libro magno de la capilla de Diego Rivera que está allí, ahí fue donde capte su atención y como siempre estaba listo para salir corriendo para irse, imagínate que viene un loco a quitarte minutos de tu tiempo, ahí fue donde descansó.


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