La tortuga
Manuelita que vivía en Pehuajó, es un personaje argentino que hizo las delicias
de varias generaciones de niños de las distintas provincias, no solo de la provincia bonaerense de donde es oriunda.
Este personaje hizo
cantar a los pequeños en escuelas primarias y jardin de niños del país
sudamericano, logrando que se hicieran ejercicios de gimnasia, de estiramiento
y maduración motriz, se agachaban, saltaban, movían la cintura, levantaban los
brazos, equilibrio en una pierna, la otra, las
manos en la cintura, saltaban hacia adelante, los lados y atrás al
momento de interpretar sus canciones. Se la representó en festivales de
primavera y obras de teatro con carapacho de diversos colores pero siempre muy
coqueta y a la moda.
Viajera
internacional, que parece estar destinada a las pasarelas del mundo, se la
podía ver en las ciudades más importantes de Europa en un periplo inagotable.
Es de esos
personajes que deberían ser conocidos en otras partes del continente pero que
la falta de difusión los hace locales a pesar de su calidad y manera sana de
enfrentar la vida.
Protagonista de una
película animada que compitió por el máximo galardón fílmico, es tan actual
como cuando nació hace más de media centuria.

Es un ejemplo de
decisión y audacia que se debe tener en la vida buscando el logro de los
objetivos personales.
Tiene un monumento
a la entrada de su ciudad para que la recuerden todos los viajeros que de una u
otra forma en su infancia convivieron con ella y para que la conozcan los
turistas que se asoman a tomarse una fotografía
con esa top model.
Esta tortuga es una
de las pocas que no está en peligro de extinción, las personas la buscan para divertirse de sus ocurrencias
junto con sus hijos en un ambiente
familiar.
La tortuga
manuelita nos hace recordar que no es indispensable ser veloces como la liebre
para lograr recorrer el mundo sino pausados y muy bien vestidos y acicalados
para estar bien presentados en cualquier sitio.