Lo primero que me tocó hacer fue revisar los
procedimientos de la Universidad que los acaban de sacar a la luz y que eran en
los que había trabajado tiempo atrás, entonces tuve la oportunidad de ver como
habían quedado terminados, cómo se habían establecido, engargolados, impresos
en papel escuché paloma dos caras, con un engargolado especial, y sí, me acordé
de los aquellos tiempos de mucho análisis, no comenté nada, no dije nada y lo
recibí como si fueran la novedad.
Pasé la primera semana viendo todo esto y después tuve
la oportunidad de hacer auditoría y contraloría en la Distribuidora de Libros
Unam (DILUNAM) esa fue la Dependencia donde empecé, daba criterios, hacía seguimiento
a trabajos anteriores que no sabía quién los había hecho. De manera paralela me
tocó apoyar en las tomas de inventarios que se hacían para la tienda de la UNAM,
la número uno, la que estaba en el estadio olímpico universitario y hacer el
procedimiento de toma de inventarios porque había hecho muchos en Chrysler.
Había un chico muy muy avanzado allí, no recuerdo su
nombre, pero me tocó revisar sus informes parciales de la tienda UNAM 1 y eran
muy buenos y mejores las soluciones que aportaba, platicamos algunas veces y
nos quedamos de hacer reuniones para intercambiar formas de trabajo, pero no
fue posible, al poco tiempo salió de Auditoría Interna, parece que no se
pusieron de acuerdo en los ingresos que quería ganar y lo que podía ofrecer la
Universidad.
Todo indicaba que yo iba a sustituirlo, pero no,
prefirieron a Pecina, no sé si era contador o administrado había trabajado para
el Gobierno del Distrito Federal, no conocía mucho del área de autoservicio,
pero tenía mucha actitud, entonces esa actitud lo llevaba a tratar de resolver
cualquier situación y no estaba preparado, y me comentaba, me preguntaba de
cosas, soluciones. Para entonces me ya me había comprado un auto y una vez me
pidió un favor, mira, tengo una entrevista de trabajo que tengo que llegar a
las oficinas administrativas del Gobierno del Distrito Federal que estaba en el
Zócalo, y efectivamente ahí lo fui a
dejar, iba a mil por hora porque aún tenía que regresar hasta Ciudad
Universitaria, en el camino me dijo: yo no tengo muchas ganas de estar la UNAM si
me puedo regresar acá, me voy a regresar, me contó que había sido muy amigo de
alguna jefa y que contaba con eso para regresar. Era más grande que yo por unos
10 años más o menos y aun no definía que quería hacer con su vida.
El Dueño Del Dique
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