miércoles, 8 de septiembre de 2021

CAPILLA DE CHAPINGO PINTADA POR DIEGO RIVERA, EL LIBRO. XXXVIII

Y pues la verdad si estaba tocado allí con ese hidalgo. Pero aquí si hay que explicar algo, se dice hidalgo porque los políticos en su último año de sexenio en el último año decían año de hidalgo: chingue a su madre el que deje algo, como decir es un tonto el que deje algo, había lugares donde inclusive se llevaban los arcos de las puertas que eran metálicos, los zoclos, había que robarse todo. Acá un hidalgo es chin chin el que deje algo en el vaso, o sea había que vaciarlo por completo, así estaba la situación, me tomé un trago o de agua de refresco de lo que fuera, tenía los ojos inyectados era imposible vivir así, me fui al baño, otro error, porque en lo que fui a refrescarme se pusieron de acuerdo entre todos para emborracharme, que hijos de la chingada.

Llego, y la chica que me había llevado, me dice contador, yo no quiero ser menos de los que están aquí, que mis compañeros, si me aceptas un hidalgo de fraternidad. No, no, tu y yo somos amigos, le decía, nos vemos diario, no tenemos esos problemas, porque no nos damos un abrazo le decía, algo que no fuera tomar, algo más tranquilo.

Y así siguió después Bertha la administrativa, flaca, flaca, tenía un pasado tórrido con un ex chapinguero, que le había dejado nada más una hija y como buen ex chapinguero huyo de sus responsabilidades, y dijo: Yo también quiero echarme un hidalgo con el contador. Allí se inventó un conflicto entre contadores y administradores que ya lo era. Después dijo quiero hacer otro brindis con el contador, otro hidalgo, porque quiero aclarar que nunca le he retrasado un cheque, el piensa que sí, pero es porque no hay recursos en tesorería y porque el central no nos manda las remesas y allí dio una explicación loca de porque se quería echar un hidalgo conmigo.

Para todo esto el Director del Patronato que era un fino bebedor los volteaba a ver como estudiándolos, como maloreándolos ¿No? y el Subdirector se desvivía por atenderlo, seguramente le iba a pedir un favor, otro más, bueno, a esas alturas yo ya me sentía el Cura Hidalgo, flotaba, sentía que flotaba, las piernas me hormigueaban y ¿Que creen? Siguió la cena, seguimos comiendo, bebiendo y se pasó el tiempo rapidísimo, veía como se iban yendo los comensales y cuando volteo a ver ya no había nadie, la gente limpiando las mesas, levantando los manteles, subiendo las sillas arriba de las mesas, no,no,no, eran más de las 2 de la mañana y alguien muy prudente ya a esas horas dijo yo creo que ya nos vamos.

Pues eso sí y dijo el Tah a su chofer: Hay que ir a calentar el auto. Sí señor, le contestó, pero no se movió el chofer porque ya tenía el antecedente que se lo tenía que llevar cargando. Después le hizo una seña a Bertha como que anotaba algo en el aire, o sea que pidiera la cuenta (Cuanto había sido el consumo), movió la cabeza afirmativamente y  no se dirigió al mesero sino al dueño del restaurante y le escribió en el aire el mismo mensaje, que le diera la cuenta y bueno, el dueño que ya estaba muy cansado, los parpados se le caían  y como todos se quería ir a dormir, le contestó afirmativamente y  obviamente ya tenía hecha la cuenta hace tiempo y solo faltaba la acción decidida de pagar, ¿No?


El Dueño Del Dique

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