La cosa era no pescar una
enfermedad porque pues seguramente alguna chica habría perdido allí su
inocencia y otras habrían ganado experiencia, pero bueno así estaba la
situación, llegue como pude, estacioné la camioneta detrás de la otra que
estaba estacionada en una entradita que había allí para los vehículos, como
pude después de tantear mucho la chapa entré, me encerré con llave y me deje
caer en la cama, un frío espantoso allí a esas horas que había, soplaba el
aliento aun dentro del cuarto y salía vapor como decimos salía humo de la boca
y no estaba fumando, ya no supe de mí, terminé de quitarme los zapatos ya con
los ojos cerrados y en la inconsciencia empezaba a escuchar mis ronquidos,
agarre un par de cobijas y me las puse encima, y ya la pesadez del sueño me
ganó, de repente se oyeron unos golpes ¡Panpanpanpan! Se oían como si
estuvieran a 500 km ¡Panpanpanpan! Jefe, las llaves ¿Les habría dejado abierto
el baño o qué? Jefe las llaves, me gritaban.
¿Que habrá pasado?,
¡Panpanpanpan! las llaves de la camioneta jefe, échelas por fa vamos a entregar
el pan y entonces iban a entregar en la camioneta, la mía porque estaba
estorbando.
No sé qué impulso me llevó a
levantarme y a echar las llaves por debajo de la puerta, alguien recogió el
llavero y salió a toda prisa, enseguida se escuchó un run run del motor, ya
tenían cargada la camioneta con el pan de la mañana, para entregar. Debieron
ser cerca de las seis de la mañana y yo con unas nauseas que llegué a devolver
todo el cabrito, todo lo que me había comido pero sobre todo lo que había
bebido y otra vez me clavé en la cama.
A las ocho de la mañana me
hablaba el jefe de panadería, no le hice caso, estaba bien muerto, a las doce
me fue a hablar el jefe panadero con dos chicas para ver que se me ofrecía, a esas
horas seguí limpiando el estómago y me volví a acostar, me siento de la
chingada, les dije, dejen de molestar.
Como a las cuatro de la tarde
me avisaron que me estaba buscando e Ingeniero Tah desde la mañana. Me bañé a
esas horas, tenía una muda de ropa siempre en el auto y otra en la oficina,
pedí que me trajeran mi auto particular allí me lo acomodaron, pedí la ropa, me
la dieron, me cambié, pero estaba en otro planeta temblaba, temblaba, me
acomodaron pan, café, té, tamales, agarre un pan y si con ganas de volver otra
vez, me recargaba en una malla ciclónica y me iba para atrás con ella. Me
preguntaban ¿Pues qué te pasa cabrón? Allí les conté que había tenido un
encuentro cercano del tercer tipo con el vino y estaban todos muertos de la
risa de ver cómo me habían dejado.
Yo no sabía que había una relación
estrecha entre el Director de Patronato, el yucateco filósofo y el encargado de
la panadería que cuando me empezaron a buscar le dijeron a la secre aquí está,
aquí está en la panadería, pero está muy mal, entonces habló directamente con
el jefe de la panadería.
El Dueño Del Dique
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