miércoles, 15 de septiembre de 2021

CAPILLA DE CHAPINGO PINTADA POR DIEGO RIVERA, EL LIBRO. XLI

 

La cosa era no pescar una enfermedad porque pues seguramente alguna chica habría perdido allí su inocencia y otras habrían ganado experiencia, pero bueno así estaba la situación, llegue como pude, estacioné la camioneta detrás de la otra que estaba estacionada en una entradita que había allí para los vehículos, como pude después de tantear mucho la chapa entré, me encerré con llave y me deje caer en la cama, un frío espantoso allí a esas horas que había, soplaba el aliento aun dentro del cuarto y salía vapor como decimos salía humo de la boca y no estaba fumando, ya no supe de mí, terminé de quitarme los zapatos ya con los ojos cerrados y en la inconsciencia empezaba a escuchar mis ronquidos, agarre un par de cobijas y me las puse encima, y ya la pesadez del sueño me ganó, de repente se oyeron unos golpes ¡Panpanpanpan! Se oían como si estuvieran a 500 km ¡Panpanpanpan! Jefe, las llaves ¿Les habría dejado abierto el baño o qué? Jefe las llaves, me gritaban.

¿Que habrá pasado?, ¡Panpanpanpan! las llaves de la camioneta jefe, échelas por fa vamos a entregar el pan y entonces iban a entregar en la camioneta, la mía porque estaba estorbando.

No sé qué impulso me llevó a levantarme y a echar las llaves por debajo de la puerta, alguien recogió el llavero y salió a toda prisa, enseguida se escuchó un run run del motor, ya tenían cargada la camioneta con el pan de la mañana, para entregar. Debieron ser cerca de las seis de la mañana y yo con unas nauseas que llegué a devolver todo el cabrito, todo lo que me había comido pero sobre todo lo que había bebido y otra vez me clavé en la cama.

A las ocho de la mañana me hablaba el jefe de panadería, no le hice caso, estaba bien muerto, a las doce me fue a hablar el jefe panadero con dos chicas para ver que se me ofrecía, a esas horas seguí limpiando el estómago y me volví a acostar, me siento de la chingada, les dije, dejen de molestar.

Como a las cuatro de la tarde me avisaron que me estaba buscando e Ingeniero Tah desde la mañana. Me bañé a esas horas, tenía una muda de ropa siempre en el auto y otra en la oficina, pedí que me trajeran mi auto particular allí me lo acomodaron, pedí la ropa, me la dieron, me cambié, pero estaba en otro planeta temblaba, temblaba, me acomodaron pan, café, té, tamales, agarre un pan y si con ganas de volver otra vez, me recargaba en una malla ciclónica y me iba para atrás con ella. Me preguntaban ¿Pues qué te pasa cabrón? Allí les conté que había tenido un encuentro cercano del tercer tipo con el vino y estaban todos muertos de la risa de ver cómo me habían dejado.

Yo no sabía que había una relación estrecha entre el Director de Patronato, el yucateco filósofo y el encargado de la panadería que cuando me empezaron a buscar le dijeron a la secre aquí está, aquí está en la panadería, pero está muy mal, entonces habló directamente con el jefe de la panadería.


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