Nos vamos a ir en cinco minutos, no hagan nada, el primero que vea yo asomándose por la ventana o que baja las escaleras o que haga algún movimiento le doy un balazo en la cabeza ¿okey? ya nos vamos, voy dejar un vigilante para que cuide, el primero que asomé algo o haga un ruido le doy un balazo, así nos advirtió el que pensamos era el jefe de la banda.
El que quedó de vigilante, con la bragueta
abierta se fue con la Teresita y le agarró todas sus cositas y la Tere otra vez
empezó a gritar, le metió mano por todos lados queriéndole quitar las
pantaletas para no tener barreras, no le importaba recibir bofetadas, en eso
sube otro y lo regaña, ya nos vamos, no nos atrases, ¿sabes qué? Mejor ve tu y
yo me quedo a vigilar, el otro obedeció de mala gana, casi la tenía, alcanzó a
decir.
Dijo el ladrón: todos quietos cinco minutos, ya nos vamos, y se perdió de nuestra vista.
Estábamos todos en silencio, silencio, silencio, unos segundos que parecen un montonazo, medio minuto que parece mucho más, empieza hablar Pascual en secreto: yo creo que ya se fueron, y la la rubia que todavía estaba saliendo de la crisis que había tenido le movía las manos como aspa de ventilador o sea para que se callara el Pascual ¿no? y me decía: contador, Óscar. Si, le contesté. Tú tienes el teléfono cerca, arriba del escritorio, bájalo para para hablarle a la patrulla, varios de los mecánicos que estaban ahí con nosotros dijeron: no, no, no, hasta que se vayan bien, hasta que se vayan bien y se paró el Pascual despacito, ya se fueron dijo, y que entra uno de los ladrones que se había quedado en la escalera para vigilarnos y ¡pum! ¡pum! le recetó unos golpes en la cabeza y le cortó cartucho al Pascual que se vuelve a tirar al suelo y ahí le pone una patada en la cabeza, cinco minutos, les dije cinco minutos, espérense, ahora tengo que volver a empezar otros cinco minutos ¿no?
El Dueño Del Dique
DERECHOS RESERVADOS