Ese éxito que logré, mejor no
lo hubiera hecho porque la siguiente clase se llenó el salón por completo, los
pasillos laterales, la escalera central, todo estaba lleno de estudiantes y yo
me preguntaba qué había pasado, si se había incrementó la matrícula, pero no,
eran “oyentes” y lo que yo pedía
solamente era que estuvieran los chicos de la lista del grupo sentados en sus
pupitres y que los demás se acomodan como fuera, pero me dejaran caminar por el
estrado para poder utilizar los dos pizarrones que llenaba con cifras y datos y
lo que fuera y así lo hicimos.
También dejamos la puerta del
salón abierta para que la gente que estuviera afuera pudiera seguir la clase,
todas las filminas se dejaban con la chica del retroproyector y ella sacaba las
fotocopias y las entregaba a todos al día siguiente para que las pudieran
estudiar, ver los ejemplos. Tiempo después un chico me dijo que otro profesor
estaba ocupando también mis copias y que le debía reclamar porque son suyas
maestro. No, no, al contrario, mejor que las use, porque así somos muchos los
que estamos dando la clase y tenemos en que apoyarnos, importantísimo,
interesantísimo.
Entonces hacía el recorrido
miércoles, pero sobre todo el viernes me iba más temprano de Chapingo, tenía que
dar mi clase, abrir mercados, vendía todo el sur de la Ciudad, llegué a visitar
a los más encumbrados “chapingueros” que estaban en el Banco de México, en
instituciones que veían el agro, yo les llevaba los productos que vendíamos de
Chapingo, les llevaba un saludo como ex “chapingueros” de su universidad y la
obligación, entre comillas, que tienen de comprar sus productos para sí mismos
y para su comunidad cercana y que yo me comprometía a llevarle la
mercadería cada semana, algunos sí se engancharon otros me decían que no, que
estaban muy ocupados pero me esforzaba por abrir un mercado ahí.
En mi faceta de vendedor para
Chapingo tenía muchas actividades, tenía que visitar pizzerías, regalarles un
pedacito de queso para que lo vieran, lo estudiaran, comprobaran la calidad que
tenía para sus productos, porque era muy bueno, se podía aprovechar junto con
otro producto para mezclarlo, también en la venta de libros y ediciones de la
FAO, pan de la panadería que empecé a introducir en los pueblos cercanos a la
universidad, sin tocar Texcoco.
El Dueño Del Dique
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