viernes, 16 de febrero de 2024

Viernes en Ciudad Universitaria 12

 


Ese éxito que logré, mejor no lo hubiera hecho porque la siguiente clase se llenó el salón por completo, los pasillos laterales, la escalera central, todo estaba lleno de estudiantes y yo me preguntaba qué había pasado, si se había incrementó la matrícula, pero no, eran “oyentes” y  lo que yo pedía solamente era que estuvieran los chicos de la lista del grupo sentados en sus pupitres y que los demás se acomodan como fuera, pero me dejaran caminar por el estrado para poder utilizar los dos pizarrones que llenaba con cifras y datos y lo que fuera y así lo hicimos.

También dejamos la puerta del salón abierta para que la gente que estuviera afuera pudiera seguir la clase, todas las filminas se dejaban con la chica del retroproyector y ella sacaba las fotocopias y las entregaba a todos al día siguiente para que las pudieran estudiar, ver los ejemplos. Tiempo después un chico me dijo que otro profesor estaba ocupando también mis copias y que le debía reclamar porque son suyas maestro. No, no, al contrario, mejor que las use, porque así somos muchos los que estamos dando la clase y tenemos en que apoyarnos, importantísimo, interesantísimo.

Entonces hacía el recorrido miércoles, pero sobre todo el viernes me iba más temprano de Chapingo, tenía que dar mi clase, abrir mercados, vendía todo el sur de la Ciudad, llegué a visitar a los más encumbrados “chapingueros” que estaban en el Banco de México, en instituciones que veían el agro, yo les llevaba los productos que vendíamos de Chapingo, les llevaba un saludo como ex “chapingueros” de su universidad y la obligación, entre comillas, que tienen de comprar sus productos para sí mismos y para  su comunidad cercana  y que yo me comprometía a llevarle la mercadería cada semana, algunos sí se engancharon otros me decían que no, que estaban muy ocupados pero me esforzaba por abrir un mercado ahí.

En mi faceta de vendedor para Chapingo tenía muchas actividades, tenía que visitar pizzerías, regalarles un pedacito de queso para que lo vieran, lo estudiaran, comprobaran la calidad que tenía para sus productos, porque era muy bueno, se podía aprovechar junto con otro producto para mezclarlo, también en la venta de libros y ediciones de la FAO, pan de la panadería que empecé a introducir en los pueblos cercanos a la universidad, sin tocar Texcoco.


El Dueño Del Dique

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