Nos pedía llevar nuestro
Código Fiscal de la Federación, la edición económica que tenía leyes
reglamentos, jurisprudencias, un librito de pasta de plástico azul y en la
siguiente clase nos pedía leer un artículo y después nos preguntaba si habíamos
entendido y así nos íbamos. Entonces empezamos a buscar libros donde nos
enseñaran, a buscar explicaciones, a buscar otros profesores, quien de última
hora se pudo cambiar de salón se cambió, pero no todos lo pudimos hacer. Allí
me comprometí conmigo mismo a que si en alguna oportunidad yo daba la clase de
Código Fiscal iba a ser mejor.
El día de mi primera clase,
hicieron mi presentación, leyeron mi currículum a todos los muchachos y empecé
a repasar mentalmente, conforme lo hacían, las empresas donde había trabajado,
años y años de experiencia que pasan sin apenas percibirlo.
Empezó la clase, me presenté
de nuevo y les conté rapidísimo que esa clase la había recibido de uno los
mejores profesores de la Facultad y repartí algunos códigos fiscales,
previamente había pedido a un chico que fuera por un proyector de filminas o
acetatos, la lectora de filminas, yo traía miles de respaldo, entonces hice lo
mismo que mi profesor, le entregue un código fiscal a un alumno y le pedí que
leyera el artículo primero y después pregunté si habían entendido y me
contestaron que no, y le pedí a otro alumno que lo volviera a leer y volví a
preguntar y la respuesta fue la misma, entonces reafirmé lo que me habían
dicho: pues claro que no entendieron, ya sabía que no, pero no se preocupen,
solo quería ver sus caras.
Entonces le dije a la señorita
que me estaba ayudando con el proyector de filminas si podía colocar el acetato
número 1, y fue un batazo porque todo el mundo entendió el artículo y después
seguí con la filmina 1 b y las demás, fluyó el diálogo con los muchachos, una
cosa increíble, impresionante, luego se vinieron más artículos y de cada
artículo sacaba las filminas que apoyaban el artículo yo daba algún comentario
de la vida real que me había pasado a mí cuando era estudiante, o que me había
pasado cuando fui con el despacho a resolver una situación, porque un despacho
nos asesoraba, o al hacer consultas en las oficinas de Secretaría de Hacienda o
en fin, la vida real puesta en la clase.
El Dueño Del Dique
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