Más tarde me iba con mi papá
por todo Avenida Izazaga, que se convertía después en San Pablo hasta llegar al
mercado de la Merced y de allí torcíamos para el mercado de sonora y nos
seguíamos hasta el mercado de mariscos en Avenida del Taller, el mercado de la
viga.
Allí comprábamos pescado de
todos, retazos con que hacíamos caldo de pescado riquísimo. Camarones, filetes
huy cuanto por comer.
Regresábamos cargados y
entonces si pasábamos por el mercado de la merced y comprábamos frutas,
verduras, chicharrón nopales, había que
ser muy hábiles para manejar las bolsas de ixtle porque en un descuido nos
raspaban las piernas y quedaba el dolor
un buen rato.
Cada quien traía una bolsa
grande y compartíamos una por el peso, regresábamos por el camellón de Avenida
Izazaga y era un alivio cuando llegábamos a casa que en ese tiempo vivíamos en Cinco
de febrero esquina con Izazaga.
Después me cambiaba y me iba
a jugar a las canchas de la Delegación Venustiano Carranza que estaba atrás del
mercado de la merced, ese era parte de mi entrenamiento, me ponía a jugar con
los mecapaleros (o sea los cargadores de las mercaderías del mercado de la
merced) o sea los diableros (así se les dice porque llevan un carrito de acero
para cargar y parece que de lo rápido
que van los lleva el diablo) y tenían más mañas que un gato con pulgas para
jugar sucio. Pero allí cerca está la unidad habitacional Kennedy y mucha gente
de allí iba a jugar, había un chico que estudiaba en E.U. y jugaba básquet bol
y me aconsejaba de cómo entrar, de cómo hacer círculos al entrar a la pintura,
de cómo buscar faltas para tener tranquilo a un defensa, también sabía defender
entonces me ayudaba mucho, terminaba
exhausto y sediento, regresaba con mi balón atravesando las dos naves del
mercado de la merced y había un puesto que vendía jugo de piña, pero para
extraer el jugo aplastaba la piña con una prensa, a mano, atornillando un
volante hasta que salía todo el jugo y
lo vendía en vasos o bolsas de plástico con un popote, allí había que
ver si me alcanzaba para comprarlo o si no conformarse con un tepache (bebida
hecha a base de la cáscara de la piña fermentado con piloncillo, muy rico).
El dueño del dique
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