DEL MANEJO DE LA PLANTA
LECHERA
El primer día si fue un buen
agarrón el que nos dimos, ahí me llevé a los panaderos de Chapingo hay unos muy
grandes uno pesa 120 kg otro 110, y me escuchaba Ta con los ojos abiertos como
no dando crédito a lo que estaba escuchando.
¿Y qué pasó?
Pues antes de las 7 de la
mañana ya habían entrado muchas camionetas allá y llegamos con los panaderos y
la camioneta de la panadería y la mía cerramos la tranquera con cadenas y
candados nuevos y atravesamos la camioneta de la panadería a manera de que
nadie pudiera entrar ni salir y le dijimos al vigilante: No te vayas a mover de
aquí, vigila que nadie salga porque te pueden levantar un acta y solo dijo: Si
señor, sí señor, como presintiendo que algo grande iba a pasar. Llegamos
nosotros a la playa de la planta lechera y cerramos la segunda tranquera donde está la planta lechera y allí fue donde yo atravesé
mi camioneta y bajé a los panaderos y los abogados, era un gentío de gente y
allí empezamos: A ver ¿Quien está al mando?
Pues el señor Manuel.
¡Ah! pues que venga.
Y allí salió Manuel muy
gentil: ¿Como está contador?
Pues bien ¿Y tú qué tal?
Pues bien, bien, aquí
trabajando temprano.
Sí, eso veo que trabajas desde
temprano, ¿y estos señores que están haciendo aquí?
No, no este, es que ellos
compran el suero de la leche para hacer yakult.
¡Ah! mira y que mas, que mas,
cuéntame. Y entonces para esto yo había habilitado un espacio con una
computadora y una impresora y ahí los tenía cubiertos con una manta y una lona. ¡Ah! muy bien ¿Y luego?
¿Ya hiciste el queso?
No pues no, apenas estamos
terminando la ordeña.
Entonces le pedí que me
acompañara: Vengase para acá a esta oficina improvisada. Empezaron los abogados
a hacer el acta que decía: En Chapingo Texcoco Estado de México y así empezaba
¿No? Siendo las siete de la mañana comparecen el señor menganito y el señor fulanito
y todos los que estábamos ahí y a Manuel le empezaban a crujir las corvas ¿No?
Porque si ya veía que era algo que estaba bien instrumentado y veían a los panaderos y nadie quería salir y
empezó a declarar aquel todo lo que
sabía que eran las tales horas, que se llamaba así, que habían entrado tantas
vacas a ordeña.
El Dueño Del Dique
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