Nos volteamos a ver, nos
perdimos todos, estábamos tan preocupados por defender y contener que no
contábamos nuestros encestes, teníamos que llegar empatados a ese momento que
era el plan de nosotros no de Happy Days íbamos ganado y faltaban cinco minutos y a partir de allí el
plan era arriesgar no contener. Nos reunimos y decía el centro: Ya tenemos la
ventaja, vamos a contener y luego
atacamos, anotan y anotamos y no dejamos que nos alcancen. Cuando dejas que una
voz se alce y todos la sigan es difícil de apagar, rápido dije ¡No!, me
voltearon ver y dije ¡No! nuestro plan era arriesgar y vamos a arriesgar. Pero
tenemos la ventaja, hay que aguantar. No, vamos a arriesgar estamos listos, estamos
preparados para arriesgar, ya sabíamos que llegando aquí nos tocaba arriesgar,
vamos a ganar por mas, ya no tienen a su
líder. Si nos vamos encima de ellos les
vamos a anotar, los vamos a arrollar. Mejor no, aguantemos. No, vamos a
arriesgar, ¿Cuando vamos a volver a estar en esta posición para eliminar a un
grande? Ellos están esperando que nos vayamos para atrás, vamos a sorprenderlos
vamos a anotar vamos por ellos, el todo por el todo. ¡Sale!
Me vieron convencido de lo
que les estaba diciendo: Si nos echamos para atrás vamos a perder, cada pase
que demos bien es un pase que evitamos de ellos, cada tiro que hagamos seguro
es una canasta que ellos no anotan,
vamos a avanzar.
Ese fue el último grito de
Happy Birthday en el partido, Happy Days nos hacía con las manos que aguantáramos,
yo les decía vamos, me querían sacar y el que iba a entrar en mi lugar dijo no,
que jueguen ellos. Entro por un costado solo y no hay nadie que me marque
preparo mi tiro y dije aquí la tengo que anotar, cuando veo que Loranca entra
solo por el centro de la cancha y se la aviento a él, hay máximas que te sirven
mucho en el deporte no tira el mejor sino el que está en la mejor posición y Loranca
estaba a dos metros, voltea y los masacra, se apoya en el tablero y canasta. Allí
se entendió el mensaje no me voy a lucir yo va a ganar este partido el equipo.
Todos dábamos el pase seguro, rebotábamos, regresábamos con rapidez, todo
pasaba en cámara lenta, las voces se escuchaban lejanas y sin sentido, como
rumores, hasta que el árbitro pito el
final. Estalló la gente, todo Happy Days se metió a la cancha y amigos de
Ángeles. Había una invasión de cancha de gente que no conocíamos pero que
estaban contentos de ver caer un gigante en manos de un David con un pastel
dibujado en la panza. Nos felicitaban, algunas
chicas nos abrazaban, nos acariciaban la cabeza llena de sudor, nos daban una bolsa
con agua como si hubiéramos cruzado el canal de la mancha.
El dueño del dique
DERECHOS RESERVADOS