Respondieron después metiendo
dos canastas, contratamos árbitros para
que fuera lo más parecido a las finales, de repente íbamos arriba, luego ellos,
todo el partido fue así, casi todo el partido jugó su equipo de lujo, el que
enfrentaba a Cachorros y no podían con nosotros, pelota que conseguíamos la
transformábamos en canasta, ese fue el día apoteósico, el día en que le ganamos
a Happy Days, no lo podíamos creer nadie ni la Martita que estaba allí
seguramente fue a pesarme los zapatos, los tenis a ver cuánto pesaban con mugre
y sin mugre y las novias de los chicos que iban confiadas que siempre se hacían
trencitas, o preparaban pulseras, o se acicalaban el cabello unas a otras no
los podían creer empezaban a gritarles métele,
muévete como anoche, (que eso les dice uno a las mujeres para molestarlas)
hasta que terminó el partido, no les ganamos por mucho fueron tres, quizás
cinco puntos. No canastas sino puntos.
Cuando terminamos festejamos
como si hubiéramos ganado el mundial de básquet y el superbowl todo junto, ya queríamos ir por la champaña y
el pastel, las chicas del pastel y todo. Allí nos dimos cuenta que un equipo chico
le puede ganar a uno grande cuando se tiene confianza.
Una de las chicas se nos
acercó y nos dijo ¿Saben algo? ¿Qué? Le falta algo a su uniforme, ¿Qué cosa?
Ustedes son feliz cumpleaños, les falta un pastel en el uniforme y sacó un
marcador grueso y le pintó a su amigo un
pastel en la panza con velitas encendidas, y varias chicas nos pintaron a todo
el equipo pasteles, allí reestrenamos el uniforme.
El dueño del dique
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