Debes saber que todo tiene
una hora, un tiempo.
Si lo entiendo, por eso vengo
a ver si me da oportunidad de hacerlo antes, es mas lo invito para que al final
del examen vaya a las canchas a ver el
partido.
Pues yo creo que debes
definir tú qué quieres, si quieres ir a jugar o al examen.
No maestro, yo estoy aquí por
el estudio no por el juego.
Ya lo definiste,
Pero si hay una oportunidad
maestro, insistí.
Te veo en el salón. Y con eso me cerró la
puerta.
Así que llegado el día del
examen me puse frente al escritorio del maestro con mi pluma, lápiz borrador
para ser el primero que recibiera la hoja del examen. Diez preguntas me tocaron, dijo el maestro: den
vuelta a la hoja, tienen dos horas para resolverlo. Me puse a contestar como
loco, volteando a ver el reloj de vez en vez.
Cuando llevaba siete preguntas
me levanté. Le dije maestro: Ya que no me pudo ayudar en adelantar el examen le
pediría una cosa.
¿En qué te atoraste?
Nada, ¿Me puede calificar?
Pero no has acabado.
Ya terminé, tengo siete
respuestas, creo que bien, solo quiero pasar la materia maestro, porque quiero
ir al partido.
Algo le movió al maestro
alguna cosa porque me calificó allí mismo: Haz otra y tienes “B” o sea ocho, gracias maestro con “S” suficiente
o sea seis, tengo para acreditar.
El dueño del dique
DERECHOS RESERVADOS