jueves, 6 de agosto de 2015

LA LEYENDA DE HAPY DAYS, HAPPY BIRTHDAY Y EL SUPER ENEMIGO CACHORROS (IV)


Pero como era lo normal entre nosotros subirnos a atacar, le decía a Lechuga mira subes una vez tu y otra vez yo y así los mantenemos ocupados pero no pases de media cancha ni yo lo voy a hacer para que queden tres contra cuatro como máximo, si no va a estar muy difícil, sale. Y así estábamos jugando. Ese equipo no se debería haber llamado Ángeles sino Resistencia porque había que resistir todos los partidos, cinco, siete minutos con un jugador menos.

Algunas veces el Cid que era el árbitro, que ya platicaré después de él, nos pasaba una que otra falta porque nos íbamos a quedar con tres y ahí si nos iban a masacrar  nada más se me quedaba viendo de que se daba cuenta de las faltas cometidas y volteaba para otro lado para que hubiera partido y entre nosotros nos calmábamos: tranquilos, no metas faules, cámbiate de banda. Y así transcurría nuestra vida.

Sin embargo con happy birthday había jugadores y había banca, o sea el equipo completo y banca aparte que barbaridad, allí podías pedir tu cambio o te cambiaba el coordinador que era el capitán del equipo.  Perdimos un par de juegos por torpes pero después empezamos a ganar, Happy Days se burlaba de los jugadores de Happy Birthday porque pues si le echábamos ganas, pero no, ellos eran superiores, procurábamos jugar cada vez que podíamos entre los dos equipos  para entrenar. Nos ganaban por cinco, siete y hasta diez canastas, no puntos, canastas de diferencia y eso nos servía mucho porque agarrábamos nivel, los conocíamos y sabíamos cuáles eran sus puntos flacos y celebrábamos como un triunfo cuando perdíamos por cinco o menos canastas, nadie entendía, nosotros sí, eran un trabuco, ya quererlos enfrentar era como ser masoquistas pero allí íbamos avanzando, mejorábamos con el roce.

Un dilema que tuve fue cuando se programó un encuentro entre Ángeles y Happy Birthday. Ángeles andábamos a media tabla rondando abajo y Happy Birthday estábamos escalando entre los primeros cinco, seis y eso nos daba posibilidades de entrar a las finales y allí cualquier cosa podía pasar.  

El dueño del dique

DERECHOS RESERVADOS