La balanza normalmente era a
favor de Cachorros, de hecho el puntero,
con muy buen nombre aparte.
En el segundo año fue el
cambio a las nuevas instalaciones de la preparatoria dos a Río Churubusco entre
Apatlaco y Tezontle, tuve oportunidad de conocer nuevos amigos, compañeros,
porque me cambié de turno del vespertino al matutino y había una chica que me
gustaba mucho de otro salón así que me hacía propicio con algunos compañeros de
ella y me colaba a tomar clases a su salón aunque no me tocaba y quería ver si había
oportunidad de entrar al Happy Days porque ese salón era su sede. Un día me
habló un amigo, Loranca, que después se hizo administrador y me invitó a jugar “en
el mejor equipo del salón” y de inmediato le dije que si pensando que era el Happy
Days y cuando me presentó a todos los demás se trataba del Happy Birthday que era
un equipo secundario que quería hacerle sombra al Happy Days pero era imposible
porque la calidad estaba del otro lado, siempre hay que saber reconocer.
No tuve más remedio que
registrarme con el Happy Birthday, entrenábamos a veces porque también tenía
compromiso con el Ángeles. Y hasta el momento me permitieron estar en los dos
equipos.
Jugar con Ángeles era como
una película de terror y de suspenso porque había que ver primero si nos a
completábamos para jugar y luego que fuéramos ganando por bastante porque al
final siempre nos expulsaban a un jugador y había que hacer la resistencia, ser muy estoicos para pasear
el balón de un lado a otro y dar pases
hasta el otro lado de la cancha y los contrincantes que se las sabían de todas
todas nos presionaban desde que tomábamos el balón y apenas pasábamos la media cancha y
ya nos estaban quitando la pelota y venía la descolgada y a tirarles de
manotazos ahí para que no anotaran, era una mega película de terror y suspenso,
yo ya me estaba acostumbrando así que guardaba un poco de oxígeno para el final del partido.
En cuanto tomaba la pelota
hacía fintas de que iba a pasar el balón
de un lado a otro lado y cuando llegaba
a zona de tiro probaba, a veces encestaba
y eso hacia decaer el ánimo de los contrincantes. A veces había que ir a pelear
el balón arriba para que no se nos vinieran encima, aparte a Lechuga le daba por irse a atacar y
nos dejaba con otro menos y como yo estaba arriba atacando dejábamos muchos
huecos, eran dos contra tres o contra cuatro era una masacre anunciada.
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