Una persona amable, muy querida
por todos y con la que tuve muchas pláticas y muchas horas de trabajo y un sinfín
de anécdotas, lo conocí por el 1985 que ingresé la primera vez a la universidad
y me retiré buscando nuevos horizontes por el 91, pero seguía yendo a Ciudad
Universitaria a visitarlo, me reconocía, platicábamos me preguntaba que cuando
iba a regresar, hasta que lo hice de nuevo y de las primeras cosas que hice fue
ir a ver al señor Padilla porque iba a tramitar en el mezzanine de Rectoría los
pagos de la Escuela Nacional 3, donde ahora era Jefe del Departamento de
Presupuestos e Ingresos Extraordinarios y pasaba a saludarlo.
El resumen de la de la
anécdota del asalto del asesinato del señor Padilla es que llegó a la hora de
la comida un grupo de personas, no sé si encapuchados o no y querían asaltar la
caja general de la Universidad, el señor Padilla se negó, querían ingresar a la
bóveda en que la universidad tiene muchos, muchos valores, pero realmente es
muy difícil entrar y robarla porque hay que cruzar una explanada grande,
después subir al primer piso, o sea hay que tener mucho tiempo y para escapar
es muy difícil porque hay que hacer el camino inverso y siempre hay vigilancia
fija y las itinerantes y bueno pues lo intentaron y le dijeron señor: tiene que
abrir la bóveda. Y le contestó: no, no es posible eso que me pides. Allí mismo
le cortaron cartucho y le insistió el ladrón: abra la bóveda o se va a morir y
le comentó no es posible hacer eso que tú me pides muchacho y lo asesinaron. Esa
era la causa por la que pasaban los helicópteros por el campus universitario y
pensé que era por algún visitante distinguido, una cosa normal en la Universidad.
Eso fue lo que ocurrió un
viernes en Ciudad Universitaria, un día oscuro para todos, con el tiempo se
estableció un concurso con el nombre del señor Padilla al mejor administrador con
un premio en efectivo pero sobre todo el reconocimiento de la comunidad
universitaria, en alguna ocasión ganó ese premio un ex compañero de Auditoría
Interna, Manuel Paletas y con el tiempo supe que no lo merecía porque entre los
logros registrados para obtener este premio había anotado que era ganado un
concurso de formatos de trabajo que se hizo para tratar de incorporar la norma
de la Contraloría Fiscal de la Federación en la vida universitaria, que por
cierto ese lo ganó Francisco Ramírez muy buen amigo y cuando se enteró de que
la otra persona lo había puesto como uno de sus logros para obtener el premio
señor Padilla no lo quiso reclamar, ya había pasado el tiempo, me dijo: no, no,
déjalo para qué lo reclamo. Lo justo era decir la verdad, ¿no crees? Le contesté,
le hubieras dicho que no era suyo y me respondió con grandeza: mira yo sé que
lo gané yo, así que lo demás no me interesa.
Tenía muy buen corazón
Francisco, hicimos varias auditorías y tuvimos muchas anécdotas, después tuve
la oportunidad de conocer a su hermano José Luis Ramírez, en la Facultad de
Contaduría y Administración, un tipazo también, una muy buena familia y a otros
dos hermanos más también conocí, y bueno ese viernes con el tiempo lo recuerdo
como un viernes doloroso dentro de mi ciudad universitaria de la UNAM.
El Dueño Del Dique
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