viernes, 1 de septiembre de 2023

Viernes en Ciudad Universitaria 3

 

Sobre comunicación ahí aprendí, empecé a escuchar de McLuhán, gente que estaba haciendo periodismo en otras latitudes, nuevas fases de periodismo, cosas increíbles y después nos íbamos al campus ahí nos tirábamos en el pasto, ya era mediodía, ya empezaba a relajarse la disciplina, en toda la zona verde que teníamos ahí, las llamadas “islas”, estaban estudiantes en el piso leyendo, descansando, echando novia, otros jugando fútbol, voleibol, era un espacio muy, muy bonito y de repente había como un vacío, se iban yendo los estudiantes del turno matutino, pero no tardaban en llegar los siguientes, muchos en el inter aprovechan para ir al cine club, uno famoso era el cine club de ciencias (Facultad de Ciencias) había varios cine clubs, algunos eran de entrada gratuita y había debate al final de la película, había otros que eran de paga, un peso, me parece; una cosa mínima se pagaba de entrada, sea para mantenimiento o para la renta de las películas una cantidad mínima digamos. Después los amigos de mi hermana me citaban a la hora de la comida, Manuel mannix y Eduardo ya no me acuerdo su apellido y ellos eran jugadores de fútbol americano, eran bravos, Eduardo me presumía que era el uno de los pocos que tenían dos casilleros con su nombre en distintos vestidores porque estaba en dos equipos de fútbol americano al mismo tiempo, me decía vamos a correr unos cuántos kilómetros, ¿vamos? irás tú a correr, no, vamos, me decía al tiempo que se calzaba una mochila a la espalda y yo lo tenía que seguir, me decía: mira vamos a correr por zona verde, puro camino verde y vamos de aquí hasta allá son tantos kilómetros, y de allí hasta tal punto hay tantos kilómetros, me marcaba todos los kilómetros que había en el recorrido, todo lo que había que correr y yo terminaba muerto de cansancio cuando llegábamos al gimnasio y ,me decía: ahora sí ya estamos calentando, vamos a   levantar pesas, de espalda, de pecho, de hombro y luego a bañarse, había vapor, yo entraba con ellos al vapor y a la salida tenías que aventarte un regaderazo de agua fría, era la muerte esa cosa y después ya nos despedíamos, me acompañaba al camión y me compraba un jugo, porque salía muriéndome de hambre que parecía un león ya me iba a mi casa, eso es un viernes de tantos me tocó vivir en C.U.


El Dueño Del Dique

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