miércoles, 1 de julio de 2020

FAROLERO, FREDDY NORIEGA VIII



En el Balsas o un afluente suyo levantamos una pila de piedras y en la última anotamos su nombre y dejamos ir en el río la mitad del ramo de rosas. En Acapulco fuimos a la isla de la Roqueta por la tarde y nos metimos al mar hasta el pecho, platique una parte de mi odisea por escuchar la canción, ella me dio la sorpresa y puso en su grabadora Farolero, que no sé como la consiguió y terminamos mi deseo de homenajearlo, ella lloró, la tomé de la mano y nos fuimos caminando por la playa.
El fin de semana lo pasamos visitando lugares en que habíamos estado alguna vez, La Costera, La Colonia Icacos, Playa de Hornos, Puerto Marqués y otros. Por la noche platicamos las cosas que habían pasado en nuestra ausencia y como continuarían en nuestra ausencia, ella me confió  que escuchaba una vez al año la canción por la fecha del ataque para recordarme, yo inventé algo parecido para coincidir, no recuerdo si era cuando abrían las flores o las rosas específicamente.
Recibió una llamada que le pedían se volviera lo más pronto posible a la ciudad de México para irse de urgencia a Nueva York, la lleve al aeropuerto y cuando nos despedimos me regalo el cassette que  solo tenía grabada la canción de farolero muchas veces por los dos lados. Me dio un beso y se despidió: hasta la otra vida farolero.
Allí supe por primera vez lo finita que es la vida y es cierto, no la he vuelto a ver, ni a saber de ella. En la tarde caminé por la playa todo lo que pude y por la noche decidí cenar en mi cuarto escuchando la canción, los rumores del mar y observando la  hermosísima bahía y el cielo lleno de estrellas, imaginando que cada una tenía un farolero que guiaba a algún enamorado.


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